Acceso a la caminata a Les Cuveaux

Desde Remiremont, tomamos la N57 hacia Saint-Nabord, luego Éloyes. En Éloyes, no nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, sino que giramos a la derecha en la intersección, siguiendo la “rue Charles de Gaule”, luego otra vez a la derecha por la “rue de Relanchâtel”. Seguimos las indicaciones “Les Cuveaux” por el camino forestal que sube durante 2 km hasta el gran cruce de Le Frêne con un aparcamiento.

Dejamos el coche y empezamos la subida por la pequeña carretera asfaltada. Pero también es posible seguir el camino (marcas circulares rojas) frente al refugio a través del bosque.

La vista desde Les Cuveaux

La pequeña carretera asfaltada que sube 900 metros con un desnivel de 130 metros es muy agradable por su tranquilidad y porque discurre entre hermosos bosques caducifolios. Siguiéndolo, se llega al chalet-refugio que parece ser un lugar muy popular donde unas diez personas se instalan allí para la pausa del almuerzo.

Ya hemos podido admirar hermosas piedras y una vista del pueblo de Éloyes que dominamos desde más de 350 metros de altura. El del valle del Mosela todavía está oculto por la vegetación.

El mirador de los Cuveaux

Luego, nos desviamos a la derecha siguiendo un camino por el bosque y vimos algunas rocas bonitas durante 400 metros. Allí descubrimos "el mirador" instalado en el punto más alto a 783m.

Este promontorio de 9 m de altura que domina el valle del Mosela ofrece una vista impresionante con su mesa de orientación instalada en la parte superior de la torre. ¡También le permite ver, cuando hace buen tiempo, todo el macizo de los Vosgos e incluso el Jura y los picos más altos de los Alpes!

La roca de la "Tête des Cuveaux"

Desde este mirador, la caminata continúa y nos lleva en 15 minutos (500 m) a la roca de la Tête des Cuveaux.

El sitio es increíble con sus 17 cavidades excavadas hace milenios en la piedra arenisca y que miden aproximadamente 60 a 70 cm de diámetro que le han valido a esta meseta el nombre de "Tête des Cuveaux" = pequeñas cubas. Esta roca arenisca de los Vosgos, de unos 8 metros de altura, está formada por bloques superpuestos de espesor desigual, algunos excavados en sus bases, otros en voladizo.

Es la presencia de antiguos glaciares y en particular las aguas provenientes de los arroyos que fluyen sobre la superficie de estos glaciares lo que habría producido estas erosiones. Nos acomodamos cómodamente en estas rocas con cúpulas e inmediatamente sentimos un poderoso magnetismo natural.

Magia del lugar y momento inolvidable en el Cuveaux.

La historia cuenta que este lugar, orientado al suroeste, fue conocido durante milenios por civilizaciones antiguas, incluido el pueblo celta de Leuques, que gobernó la zona antes de la conquista romana. Probablemente practicaron allí un culto donde el agua estancada en los estanques debió jugar un papel de purificación antes de rendir culto al dios Beleno representado por el sol.

En el sitio, descubrimos seguidores de la meditación y el magnetismo. Se encuentran en este lugar que consideran muy vibratorio, con una función ligada a la sanación. Un ejecutante de handpans, un tambor de metal con sonidos muy espirituales y cautivadores, nos inundó de suaves y sutiles melodías. Dentro de este universo excepcional y poético, tuvimos la sensación de ser uno con la naturaleza. ¡Este momento íntimo en un lugar inusual nos dejó un recuerdo que no estamos dispuestos a olvidar!

Con sus aproximadamente 3 km de caminata por 140 m de desnivel positivo, esta caminata es de fácil acceso. Alterna carretera y caminos forestales en la maleza con rocas esparcidas a lo largo del recorrido. Las vistas son magníficas y el sitio de Les Cuveaux es a la vez una verdadera joya natural y un lugar sagrado conocido desde hace milenios (los cultos significativos del lugar datan de 1705, 610 y 51 a. C.).

Laurence